DE LAS AVENTURAS Y DESVENTURAS DEL HISTORIADOR DEL ARTE


Recientemente me he hecho eco de un “Manifiesto en defensa de la profesión del Historiador del Arte en la difusión del Patrimonio Histórico”, firmado por APROHA (Asociación Profesional Española de Historiadores del Arte). En dicho manifiesto se pone en alza la figura del Historiador del Arte, la cual, he de decir ha sido silenciada por Organismos culturales, vilipendiada por las Administraciones e incluso ninguneada por intereses que no sé muy bien a qué obedecen.
Pertenezco a una generación de historiadores del arte formados en la carrera universitaria de Geografía e Historia, por lo que a nuestra formación específica se nos sumaba un amplio estudio de varias disciplinas: historia, geografía, paleografía, latín, filosofía, sociología... convirtiéndose nuestra instrucción en una verdadera ciencia, sumando y no restando a nuestro perfil humanista. En los planes antiguos nuestro título era el de licenciados en Geografía e Historia con las distintas especialidades. Pues bien, sea como fuere, nuestro título universitario nos avala una sobrada preparación para difundir la cultura, concretamente en lo referente al Patrimonio Histórico-Artístico, a su tutela y a su divulgación. Pero hete aquí que no es así. En nuestra comunidad, Castilla y León,  como en otras, la labor del historiador del arte ha sido en numerosas ocasiones suplantada por los guías turísticos, encontrándonos en una situación de “tierra de nadie”, limitándose nuestra salida profesional solo y exclusivamente a la docencia, la cual cada vez está más limitada si tenemos en cuenta la tendencia del currículo académico en los nuevos planes de estudio, por no hablar del intrusismo de otros profesionales que con las diferentes habilitaciones imparten asignaturas en las que no han sido formados. La historia del arte, como la mayoría de las disciplinas del ámbito humanista está en peligro de extinción. Valdría tomarse muy en serio la reflexión de hacia dónde nos lleva este camino. Pero no quisiera desviarme del tema que hoy me ocupa: la difícil situación del historiador del arte. Entre algunas de las salidas profesionales,  estamos capacitados para elaborar informes histórico-artísticos en proyectos de restauración así como en las actuaciones del planeamiento urbanístico y territorial, que no deberían dejarse solo en manos de los arquitectos municipales o concejalías de urbanismo y vivienda sino dejándose  aconsejar por el experto en asuntos artísticos. Seguramente en muchas ocasiones, la ejecución urbanística hubiera tenido mejores resultados. Y lo mismo sucede con el tema de la difusión del Patrimonio Histórico, que se ha convertido en un fin meramente turístico y económico, sin ningún control de accesos o visitas, y en el que, como he apuntado antes, los historiadores del arte nos hemos visto sustituidos por los guías turísticos. Con esta reflexión sé de antemano la crítica por parte de estos profesionales. No es contra ellos, sino contra la legislación o mejor dicho, la desregulación por parte de las autoridades que choca contra nuestros propios intereses, hacia donde se dirige este análisis. Es inherente en la  profesión del historiador del arte la competencia de su difusión, pero paradójicamente no podemos explicar un monumento a un grupo de personas porque no poseemos el título de guía turístico, convirtiéndonos nosotros en intrusos de la profesión que hemos elegido y en la que nos hemos formado. A este respecto, invito a quienquiera que revise el Libro Blanco del Título de Grado en Historia del Arte, publicado por la ANECA en 2006, en el que se tienen en cuenta las competencias en el ámbito profesional y donde entre otros se refiere a la difusión del Patrimonio artístico (interpretación, turismo cultural, programas didácticos...), por lo tanto nuestro título ya nos garantiza tal atribución.
Con ello, queremos respaldar desde el blog el manifiesto e invito a los historiadores del arte a que se sumen a tal reivindicación, así como a la ciudadanía en general a la concienciación de la importancia de los profesionales dentro de su especialidad, para el bien de la difusión, tutela, estudio e investigación del Patrimonio Histórico-Artístico, y a las Administraciones, a que regulen nuestro ámbito de actuación dándonos el lugar que nos corresponde.


Realizado por Marián Herrero

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